Por el Valle del Río Adaja - Ávila
Comarca: Valle de Amblés y Sierra de Ávila
La Colilla - La Serrada - Solosancho - Villaviciosa - Niharra - Mironcillo - Villatoro - Riofrío - Mirueña de los Infanzones - Chamartín - San Juan del Olmo - Sanchorreja - Casasola...
El Valle Amblés es el valle del Río Adaja, y en sus inmediaciones se sitúan la mayoría de los pueblos. En su paso por el valle el Adaja provoca bosques, alamedas y praderas que contrastan con las zonas labradas que lo rodean, y con las faldas de las sierras que lo delimitan, Sierra de Ávila, Serrota, Paramera, dónde predominan las rocas, algunas encinas y sobre todo el pino de repoblación.
El Valle Amblés rodea las tierras de Ávila capital, un poco más alejados se hallan los pueblos que nacen en la Sierra de Ávila dónde contemplamos un paísaje en el que, junto con los encinares y los campos de cereales, el granito tiene una fuerte presencia. El cantueso y la peonía florecen en este ecosistema típicamente mediterráneo. El búho real, el cuco, la oropéndola, el lagarto ocelado o el zorro son ejemplos de la fauna que habita en estas tierras.
La toponimia de muchos de los pueblos del Valle Amblés hace referencia a los nombres de los primeros protagonistas de la repoblación abulense y/o al nombre de su lugar de origen, procedentes del norte y de Navarra.
El mismo nombre del valle, Amblés, parece provenir de Avilés, ensalzando el valor del caballero cristiano frente al musulmán. Y cerca de Salobral, las tierras de Matamoros, cuyo solo nombre explica mucho, sino todo, porque hay que añadir que Matamoros era el sobrenombre con el que era conocido el famoso caballero Nalvillos.
A escasos kilometros de distancia de Ávila se encuentra La Colilla, cantera de piedra de color rojizo azafranado, muy utilizada en edificios monumentales, y que puede apreciarse en la Catedral. La Iglesia de La Serrada de estilo gótico del siglo XV tiene fuerte torre con aires de fortaleza.
De Solosancho la tradición popular y la crónica de la repoblación abulense nos cuentan como Zurraquín Sancho arremetió en este lugar contra 40 musulmanes a los que, él sólo, acabó matando. Anejo de Solosancho es Villaviciosa, pequeño pueblecito con Castillo, actualmente transformado en hostal-restaurante, del que sorprende su ubicación, pues se situa en el centro del pueblo, no en ningún alto ni colina defensiva.
Muy cerca de aquí, el Castro de Ulaca, un castro celta interesantísimo en el que se descubren huellas de la vida de nuestros antepasados. Además de adentrarnos en la ciudad celtíbera, el paísaje que se divisa sorprende e impresiona una vez más.
En Niharra se conservan restos romanos, y en Mironcillo debe hacerse una pequeña excursión hasta el Castillo de Manqueospese, levantado sobre una roca durante los siglos XV y XVI. El castillo, no parece cumplir un fin defensivo, y su historia da lugar a una de las más bellas y conocidas leyendas abulenses.
Según la leyenda, el castillo lo mandaría construir don Raimundo, para comunicarse con su amada Doña Guiomar, encerrada en el balcón que corona la Puerta del Rastro (en Ávila, acceso por la casa de los Dávila), dada la prohibición del padre de esta de que la pareja continuase con sus amoríos. Ante la actitud paterna, don Raimundo exclamó: 'la veré manqueospese', ó 'la veré aunqueospese', y fue entonces cuando levantó su castillo, desde el que al parecer se comunicaba con su querida Guiomar.
Villatoro (Avi), antigua villa de los Dávila de Navarcuende, conserva un Castillo transformado en Casa Rural, y en la estrecha calle que atraviesa el pueblo, se agolpan ante la vista la Iglesia, con su cabecera y sus cruceros góticos del siglo XVI, el edificio del reloj y el austero caserío.
Los bellos parajes de Riofrío (Avi) le valieron la inmortalización en un libro que le dedicó Azorín, como inmortalizados podrán quedar todos y cada uno de los puntos de esta comarca ante los ojos del viajero, ávido por conocer más sobre las tierras de España. Por ejemplo, llama la atención que en Mirueña de los Infanzones se utilicen como materiales de construcción pizarras y cuarcitas, en contraste con el granito blanco o moreno de Chamartín, San Juan del Olmo o Sanchorreja.
En Chamartín otro castro celta, llamado La Mesa de Miranda o de la Osera, y en Sanchorreja más vestigios de presencia celta: las Ruinas de Sanchorreja. En esta localidad no se debe dejar de visitar la Ermita de Rihondo.
Casasola es un pintoresco lugar muchas veces plasmado en los lienzos de los artistas. Cerca se encuentra la Cruz del Lomo, para recrear la vista. Cillan sorprende con su rica miel, y muy cerca de San Juan del Olmo se encuentra la Ermita de las Fuentes, lugar de visita obligada en el Valle Amblés y muy cerca el Yacimiento arqueológico de La Coba, una necrópolis rupestre datada entre los siglos VIII y X.
La Hija de Dios debe su curioso nombre a la hija de un tabernero, apellidado de Dios, la belleza de la muchacha era tan comentada que llevaba a visitar el lugar a todas las gentes de los alrededores. Por el oeste se abandona el valle definitivamente ascendiendo por el Puerto de Menga (1.564 m), al lado de la localidad del mismo nombre, con sus casas de piedra y sus tejas renegridas por los hielos.
Al este, sin embargo, es más que obligado mencionar el enorme y placentero pastizal que es Campo Azálvaro, recreo de las vacas que dan merecida fama a la ternera abulense, llaman aquí la atención los abundantes hitos de granito.
La pequeña localidad de Ojos Albos es muy interesante, en su Iglesia descubrimos una bella espadaña, y en sus alredores se encuentra Peña Minguela, donde hay que acercarse para contemplar pinturas rupestres, se trata de pinturas esquemáticas de la Edad del Hierro, que parecen representar una victoria militar, lo cuál resulta algo extraño, ya que en pinturas datadas en la misma época lo frecuente era representar escenas religiosas.
Sorprendente y espectacular resulta el paisaje de la Sierra de Ávila, los grandes peñascos y las grandes lanchas de piedra se combinan con la verde naturaleza de manera asombrosamente bella. Y aparecen pueblos como Diego Álvaro, Cabezas del Villar, Muñico y Ortigosa de Rioalmar, lugar dónde nuestra Santa andariega siempre hacía un descanso.