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Las Perdices del Domingo - Valladolid

Olmedo - Villanueva de Duero - Tordesillas - Villanubla - Villafuerte de Esgueva

Las perdices del domingo (Destino, 1981) es un diario autobiográfico. En él, Miguel Delibes describe sus salidas como cazador a lo largo de tres años y medio, desde agosto de 1974 a febrero de 1978.

El escritor partía de Valladolid: un madrugón, unos churros con café y... a la carretera en busca de sus queridas perdices y otros animales de pelo y pluma. En este libro, Delibes reflexiona sobre la situación de la perdiz en aquellos años y su disminución constante por toda la provincia, que afectaba también a toda Castilla.

De estas excursiones de caza dominicales, hemos seleccionado las etapas más entrañables y significativas para Miguel Delibes, que configuran una hermosa ruta a través de la provincia de Valladolid.

Siguiendo los pasos del escritor y su cuadrilla, recorremos paisajes y pueblos con historia, riqueza natural y, sobre todo, con lo que más apreció el escritor en sus paseos por esta tierra: una charla pegando la hebra con las gentes que aún viven en estos rincones vallisoletanos.

Delibes escribió:

'Domingo tras domingo, en otoño y en invierno, el cazador sale al campo en pos de las perdices, unos días con suerte y otros sin ella, pero, en todo caso, las perdices disminuyen en la percha y en el campo, con lo que no descarto que estas páginas, al correr de los años –tampoco demasiados- puedan ser la constatación de un proceso devastador en virtud del cual, Castilla se fue despoblando de pájaros, como siglos atrás se despobló de bosques. El tiempo hablará y no tardando. De momento, aquí queda, como un documento fehaciente y nostálgico, este diario puntual donde he ido consignando pacientemente, a lo largo de cuatro años, mis inefables aventuras dominicales.'

La historia cubre con siete velos de niebla a Olmedo: 'El Ulmetum de leyenda, la tierra de olmos de los vacceos. El velo flamea como estandarte moro, conquistando Olmedo y dejando una herencia mozárabe. Sutil velo sobre la Soterraña, la patrona hallada en una pequeña cripta, junto a un pozo. Si lo retiramos vemos a Pedro I el Cruel, alojado con María de Padilla tras las murallas de la villa. Olmedo como corte del breve Alfonso XII, el Inocente, hermano de la futura reina Isabel. Velo de niebla histórica y artística: Olmedo es la cuna del famoso Caballero, personaje inmortal de Lope. Y en la Villa de los Siete Sietes: la Olmedo moderna de museos, representaciones teatrales, conciertos, tradiciones, hospitalidad.'

El Otero de las Peñas Sillares se asoma al río y el río lo vigila bajo el puente. Tordesillas es paso de viajeros, que cruzan el puente a lo largo de los siglos. También es albergue de reyes, infantes y conjuras. Tordesillas está en el centro de las intrigas de la Castilla adolescente. Cuaja como urbe mientras los Reyes Católicos se reparten el mundo con Portugal. Aquí se marca una línea en la Mar Océana y el Nuevo Mundo. Las Casas del Tratado son testigo del reparto de las Américas y, a pocos metros, los muros del Real Monasterio de Santa Clara, guardan el tesoro de los baños árabes.

El desaparecido Palacio Real, acogió durante más de cuatro décadas a la última Trastamara, la Reina Juana, loca de amor. Tordesillas... recoleta Plaza Mayor, titubeantes callejas de piedra, museos e iglesias, el Museo que muestra el mapa que dividió el mundo y el Monasterio que acogió y encerró reyes y reinas. Y el río, el rumor del Duero infatigable bajo el otero de Tordesillas.

Villanueva de Duero, la Aldeanueva que nació como Las Covachuelas. Toda una vida ligada a la Cartuja de Aniago, hasta que el centro de oración y trabajo desaparece y dispersa sus bienes.

Muchos quedan en la Iglesia de Nuestra Señora de la Visitación. Su nombre invita a entrar y recrearse unos minutos. Allí mismo parte una senda de paisaje, flora y fauna, la Ruta de la Cerviguera. Un excelente paseo para acompañar al Duero – que acaba de crecer aceptando las aguas del Adaja -. Un paseo que pudo recorrer Delibes gozando de la vida silvestre que entonces, como ahora, surge entre los pinos y encinas, a nuestro paso.

La leyenda cuenta que Juan II, padre de Enrique IV y de Isabel de Castilla se perdió en aquellos parajes debido a la espesa niebla. Llegó al Convento de los Ángeles, cercano a una pequeña 'villa cubierta de niebla', Villanubla. Paradójicamente, aquí se encuentra el Aeropuerto de Valladolid.

La ciudad queda a pocos kilómetros, y desde Villanubla se hizo constante 'bajar el pan a Valladolid'. Pan tierno, blanco, aromático. Pan y piedra, porque los maestros canteros de piedra caliza de Villanubla también adquirieron prestigio levantando casas solariegas.

A un paso de la ciudad, una caminata por las vías del Tren Burra o siguiendo la senda del arroyo Hontanija cobran más encanto si la niebla desdibuja el horizonte.

Velosillo se convierte en Villafuerte de Esgueva cuando su señor Garci Franco erige el Castillo. Todo señor necesita una fortaleza en esos tiempos revueltos - Garci Franco participa en las intrigas del Marqués de Villena para derrocar a Enrique IV -. El señor de Velosillo abusa de la magra economía de sus campesinos para levantar el castillo. Con la torre aún en obras hace cambiar el nombre del lugar por uno más imponente, Villafuerte.

El castillo es escenario de actividades culturales. Su silueta recortada en el otero pudo servir a Delibes como referencia cuando caminaba por las laderas de Villafuerte esperando ver cruzar un bando de perdices o un ave solitaria.

Las Rutas de Miguel Delibes

Aventuras, venturas y desventuras
Con la Escopeta al hombro
Diario de un Cazador
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Las Perdices del Domingo
Mi Vida al Aire Libre
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